¿Sabes algo? Tú y yo tenemos mucho en común y es eso que compartimos, lo que hoy me tiene aquí, con unas ganas infinitas de decirte muchas cosas, pero sin saber por dónde empezar.
Creo que el sueño que ambos tenemos y el que yo personalmente ya cumplí y hoy me dice “papá”, es lo que nos une, porque así fue, todo comenzó con un sueño, un anhelo y un deseo y hoy es posible gracias a la fortuna de contar con un equipo de especialistas como el de InSer que se convierten en los ángeles que guían y direccionan un sueño.
Aunque muchas veces quise dar un paso al costado y desistir, fue por su ética, su profesionalismo y su compromiso, que dejé en sus manos mis dudas, mis frustraciones y mis anhelos, con la convicción de tener en algún momento, en mis brazos, a ese ser que cambiaría mi vida para siempre.
No es fácil como hombre aceptar que después de algunos intentos, no era posible conseguir lo que el alma y el corazón tanto anhelaban, porque médicamente hacía falta ese ”empujoncito” que solo logró consolidarse cuando me despojé de mi ego varonil, de miles de tabú que la sociedad te impone y de los tanto “qué dirán” que no nos dejan ser nosotros mismos y nos impiden ser felices completamente.
Hoy te digo que sí es posible, que los sueños se cumplen, se materializan y se vuelven personitas cuando nos dejamos guiar, cuando aceptamos y entendemos que no somos menos hombres, ni mejores o peores padres, si acudimos a otras formas no convencionales para alcanzar nuestro deseo de ser llamados “papá”.
Déjate llevar por el corazón y no por razones o cuestionamientos del por qué “tú no puedes”, por el contrario, entiende y asume que aunque sea otro hombre quien aporte la semilla, eres tú quien cultivará, verá crecer y cosecharás todo eso que sembraste.
Vales por lo que eres, por lo que sientes y por lo que das, no porque puedas o no fecundar, la virilidad va más allá y solo un verdadero hombre asume y entrega todo su ser en busca de un sueño.
Ahora, me devuelvo unos años atrás y confirmo que es una de las decisiones más difíciles de tomar, pero vale la pena arriesgarse por el amor de su vida.
Esta es una decisión de amor propio, de valientes. Sé más compasivo contigo mismo, vinimos a aprender a amarnos y a brindar amor y esta prueba que hoy te pone la vida, solo te demuestra que fuiste elegido porque tienes la valentía y el coraje de aceptar que no todo lo puedes controlar, que el control no está en tus manos, pero que, si entiendes el para qué de la situación, la recompensa llegará.
Por miedo no dejes de soñar, porque esta sonrisa que hoy tengo, no me la quita nadie y eso es lo que anhelo, que a partir de mi experiencia, a ti tampoco se te borre la sonrisa, resultado del amor propio y de la decisión más certera que un hombre puede tomar en su vida.
Adelante, cree en ti y sueña alto, porque los deseos del alma sí se materializan.