Iniciar un nuevo año es cada vez más difícil desde que mi gran deseo el 31 de diciembre a las 12:00 a.m. es pedir al universo y a Dios que me que den la oportunidad de lograr mi sueño de ser mamá.
Tres años atrás mi prioridad era salir corriendo con la maleta a dar la vuelta a la manzana para atraer muchos viajes en el año venidero, sin embargo, desde que decidimos con mi esposo iniciar la búsqueda de un bebé, las prioridades cambiaron.
El primer año fue un periodo de ilusión y motivación, nos sentíamos recargados y creíamos que nuestro bebé llegaría pronto para completar la familia. Ese fin de año fue genial, el deseo de ser papás nos unía y nos sentíamos felices de haber tomado la decisión de iniciar el camino juntos. A las 12:00 a.m. nos agarramos de las manos, nos dimos un beso lleno de amor y sonreímos llenos de ilusión.
Al año siguiente los sentimientos fueron más confusos, aunque aún llenos de ilusión y ganas de recibir un positivo, nuestras miradas ya no tenían la misma alegría. Ahora estábamos llenos de incertidumbre, no entendíamos por qué no llegaba nuestro bebé, empezábamos a cuestionarnos si todo estaba bien y si lo lograríamos. A pesar de todo, a las 12:00 a.m. nos tomamos de las manos y con más fuerza pedimos el mismo deseo: ¡Queremos ser papás!
Durante el último año las cosas cambiaron. Al ver que no lográbamos un embarazo consultamos con el médico y nos recomendó busca un especialista en fertilidad, pues veía que algo no andaba bien. El miedo se apoderó de nosotros, pero la ilusión siempre nos dio el empujoncito que necesitábamos para continuar.
Cuando llegamos por primera vez a la consulta con el especialista temblábamos del susto, teníamos la esperanza que nos dijera que todo estaba bien, pero en el fondo éramos conscientes de que algo pasaba y que necesitábamos ayuda. El diagnóstico no fue el mejor, pero teníamos opciones para lograr nuestro sueño de ser papás.
Iniciando el 2019 empezamos nuestro primer ciclo de FIV, los resultados no fueron buenos y el ánimo fue bajando hasta tomar la decisión de descansar por un tiempo. Nunca dejamos de lado nuestro sueño de tener un bebé, pero dimos prioridad a nuestra relación, a reconectarnos y sacar tiempo para nosotros, dejando atrás las inyecciones y los momentos de incertidumbre.
En diciembre del año pasado decidimos que continuaríamos con nuestra búsqueda y planeamos que en 2020 empezaríamos con un nuevo ciclo. El 31 de diciembre volvimos a tomar nuestras manos, nos abrazamos y con más fuerzas pedimos el mismo deseo, pero con un anhelo más ¡Que el tratamiento funcione y nuestro sueño de ser papás se haga realidad!
Hoy solo pido que el año nuevo esté lleno de sorpresas y alegrías. Deseo que cada etapa traiga consigo aprendizajes y que todas las familias que están en la misma condición de nosotros puedan hacer realidad el deseo que sé que tantos pedimos a las 12 de noche del 31 de diciembre.