Hay tres tipos de técnicas de reproducción que se realizan con el aporte de una tercera persona: la donación de semen, la donación de óvulos y el útero subrogado.
La primera de ellas, la inseminación artificial con semen donado, IAD, se utiliza cuando no se encuentra ni un solo espermatozoide ni en el eyaculado ni en el testículo, el cual pueda ser usado para hacer una fertilización in vitro con inyección de espermatozoides. Esto le puede ocurrir a un hombre desde el nacimiento o después de trauma o infección severa del testículo o después de radiación y quimioterapia. Una pareja en esta situación puede recurrir a una adopción o a la IAD, luego de discutirlo en pareja y con la ayuda de un profesional de la psicología para encontrar cual es la opción que mas los va a beneficiar.
Para la IAD, se utilizan muestras de semen que han estado congeladas ( en un banco de semen) para cumplir con un período seguro de cuarentena. Estas muestras han sido proveídas por donantes sanos a los cuales se han hecho pruebas de laboratorio para SIDA, hepatitis B, hepatitis C, citomegalovirus, sífilis, blenorragia y enfermedades cromosómicas. La pareja junto con el médico tratante escogen un donante cuyas características se ajusten a las necesidades de la pareja. El procedimiento consiste en hacer un monitoreo de la ovulación de la mujer para detectar el momento de la ovulación (período fértil). En ese momento se descongela la muestra de semen y se introduce en el útero de la mujer, en un procedimiento similar a la toma de la citología.
El otro caso es la donación de óvulos. Se utiliza donación de óvulos cuando el ovario de la mujer no produce óvulos que puedan ser fecundados. Esto le ocurre a una mujer cuando ha perdido los ovarios de nacimiento o luego de cirugía o radio y quimioterapia. También cuando hay problemas con la calidad de los óvulos por la edad o enfermedades hereditarias que no se quieran transmitir a los hijos. En estos casos la pareja puede optar por adopción o donación de óvulos. La ayuda de un psicólogo es invaluable en la toma de esta decisión. Si optan por la donación de óvulos, se busca una mujer que tenga las características adecuadas para la pareja. A la donante se le realizan una serie de exámenes similares a los del donante de semen, para asegurarse de su buen estado de salud. La donante recibe medicamentos para estimular su ovulación y obtener varios óvulos. Cuando maduran, estos óvulos son extraídos para ser fecundados en el laboratorio (fertilización in vitro) con los espermatozoides del esposo de la pareja que va a recibir la donación. Luego de 72 horas en incubadora los óvulos fecundados son transferidos al útero de la mujer receptora.
El tercer caso es cuando la mujer no tiene útero ( ya sea de nacimiento o por cirugía) pero tiene sus ovarios. Se extraen entonces sus óvulos, se fecundan en el laboratorio con los espermatozoides de su esposo y los óvulos fecundados son luego transferidos al útero de otra mujer para que lleve la gestación por 9 meses y lo de a luz (útero subrogado). Esta es quizá la técnica que más controversia genera. Mientras que en la donación de óvulos y espermatozoides la intervención del donante es limitada y puntual, incluso en la mayoría de los casos es anónima, en el útero subrogado la intervención de la tercera persona es larga (durante 9 meses), profunda y rara vez anonima. Esta situación con frecuencia genera conflictos emocionales y legales.
El tomar la decisión de acudir a una de estas técnicas es un proceso complejo, que exige una muy buena comunicación de la pareja y la ayuda de un profesional que conozca el tema. La buena noticia es que para muchas parejas esta elección ha sido acertada y han logrado su anhelo de conformar una familia.