Querido diario:
No sé por dónde iniciar, el 2021 fue un año que me retó y me enfrentó a muchos de mis miedos; uno de ellos el volver a mi rutina habitual y retomar las actividades que por pandemia me vi forzada a suspender.
Y es que no solo pausé mi día a día cuando inició la pandemia, también me vi obligada a posponer uno de los sueños más grande que tengo: ser mamá.
Por muchos años estuve en búsqueda de bebé y cuando por fin me decidí a buscar ayuda e iniciar un tratamiento, el universo me dijo: debes esperar. No entendía por qué la vida se empeñaba en ponerle “obstáculos” a mi deseo de tener un hijo; lloré, grité, tuve rabia y me culpé, pero con el paso de los días y un poco de acompañamiento profesional, comprendí que todo llega a su tiempo y que quizás esos días de angustia me dejarían un gran aprendizaje.
El 2020 fue un año de incertidumbre, no sabíamos qué pasaría, pero el 2021 dio inicio a nuevos comienzos. Sentí miedo de volver a salir, de ir a trabajar y de socializar, pero mi corazón me decía ¡ES MOMENTO DE RETOMAR!
El primer paso fue regresar al trabajo presencial, después a una que otra reunión familiar, y así poco a poco fui adoptando mi vida “normal”, pero algo faltaba, algo que sabía que debía hacer pero que sentía infinito miedo por toda la incertidumbre que todavía acompañaba mi mente: volver a INSER a luchar por mi sueño
Ya tengo 39 años, durante la pandemia los cumplí, y sé lo que eso significa para la fertilidad. Si año y medio atrás me dio miedo consultar, lo que sentía ahora era irracional, sabía que las cosas podían haber empeorado, pero debía consultarlo.
En marzo de 2021 decidí regresar, con el corazón en la mano volví porque mi deseo siempre ha sido ser mamá, pero en el fondo sabía que algo no muy bueno podía pasar.
Sobre todo pronóstico que creí tener, las cosas estaban bien, así como la vida habitual, ahora podía iniciar de nuevo mi proceso ¿pero qué debía hacer? ¿era prudente buscar bebé en medio de una pandemia que aún no tenía fin?
La respuesta siempre la tuvo mi corazón y era ¡SI! Y sin dudas me dije, el momento es ahora, no puedo dejar pasar más años, no puedo seguir aplazando mi búsqueda.
Hoy, después de 6 meses de tratamiento y una transferencia no exitosa estoy más motivada que nunca. Sé que, si el 2021 me dio la posibilidad de iniciar de nuevo, el 2022 será el año de las oportunidades.
No niego que aún siento miedo, QUE LA NUEVA REALIDAD me hace sentir extraña, pero sé que es momento de continuar y sé que pronto la vida TENDRÁ MAS COLOR DE NORMALIDAD.
Por eso, con los ojos cerrados y una velita iluminada, este 24 y 31 de diciembre pediré al cielo que me regalan la oportunidad de ser mamá y regresar a un mundo con muchos aprendizajes donde nos podamos abrazar y ser felices.
¡GRACIAS 2021! POR DARNOS LA POSIBILIDAD DE RETORMAR LOS SUEÑOS, LA ESPERANZA Y LA FE