Existen situaciones en las cuales una mujer debe posponer su búsqueda de embarazo tomando el riesgo de perder su fertilidad durante ese tiempo de espera. Un ejemplo de ello, es cuando a una mujer se le detecta cáncer. Desde este momento, debe de someterse a una serie de tratamientos que pueden incluir quimioterapia o radiación. Tanto la radiación como la quimioterapia pueden destruir la reserva de óvulos que hay en el ovario de la mujer y por lo tanto, dejarla estéril. Una solución, para este problema es extraer sus óvulos y/o parte del tejido ovárico antes de la terapia y conservarlos congelados para utilizarlos después de que todo su proceso haya terminado y el cáncer haya desaparecido.
Antes de que se descubriera la vitrificación, la conservación de las células y tejidos era por medio de la congelación y esta técnica tenía un gran inconveniente: durante el proceso, el agua que hay dentro de las células (el óvulo tiene un gran contenido de agua) formaba cristales de hielo y estos cristales podían romper la célula y destruirla. Hasta el momento las tecnologías que se habían desarrollado para congelar los óvulos eran muy ineficientes y muy pocos óvulos sobrevivían para poder ser fecundados después.
Una solución para este problema fue la vitrificación, la cual consiste en enfriar los tejidos de una manera tan rápida ( – 130.000 grados por minuto ) que no alcanzan a formarse cristales de hielo sino un sólido parecido al vidrio. Al vitrificarse los líquidos, éstos permanecen transparentes, a diferencia de la congelación donde el hielo los volvía blancos y opacos. El Dr M. Kuwayama asegura que utilizando esta técnica se puede tener éxito en la sobrevida de los óvulos cercana al 100%. Con estos porcentajes ya se hace práctico que mujeres que necesiten posponer su fertilidad, puedan guardar sus óvulos para utilizarlos más tarde y así obtener su embarazo.
