Mamá, hoy quiero contarte algo que durante años he guardado en lo más profundo de mi corazón. Siempre has sido mi apoyo incondicional y tus consejos son mi más grande tesoro, pero debo confesar que la infertilidad ha sido mi gran secreto contigo.
No quiero que pienses que perdí la confianza en ti, por el contrario, creo que perdí la confianza en mí. Decidí callar por miedo a enfrentarme con la realidad. Nunca imaginé que aquel sueño que tenías de ser abuela podría ser mi gran tormento.
Cuando decidí casarme recuerdo que me dijiste que, aunque estabas triste porque me iría de casa, una alegría inmensa te invadía porque a partir de ese momento yo empezaría a construir mi propia familia, la que me acompañaría por el resto de mis días y me enseñaría lo que es el verdadero significado del amor.
Tus tradiciones familiares y religiosas te hacían recordarme cada día que los hijos eran la base de una gran familia, y que, aunque a veces era difícil, todo valdría la pena cuando viera el gran amor entre una madre y un hijo.
Aunque a veces mis pensamientos eran un poco independientes y fuera de lo tradicional, el concepto de familia con hijos lo tenía arraigado en mi y era un deseo que esperaba alcanzar en algún momento, sin embargo, cuando tomamos la decisión de iniciar la búsqueda del embarazo, empezamos un difícil camino que hoy quiero contar.
Pasaron más o menos 2 años desde el momento que nos dejamos de cuidar y mes a mes deseábamos con llegar a tu casa con un mameluco que dijera “VAS A SER ABUELA”. Durante todo ese tiempo sabía que tú sospechabas algo (porque siempre con la mirabas sabes qué siento) pero fuiste respetuosa y, aunque me preguntabas qué tenía, nunca me obligaste a decir nada.
Después de todo ese tiempo de búsqueda, decidimos ir a un especialista para entender la razón por la cual no lográbamos un embarazo. Esa fue, quizás, la consulta más difícil de mi vida porque de ahí en adelante llegaron noticias que nublaron mi camino por un largo tiempo.
Mi esposo y yo teníamos problemas de fertilidad, y necesitábamos del apoyo de un tratamiento y varios procedimientos para hacer realidad el deseo de tener un hijo. Al principio fue difícil de comprender, porque nunca nos imaginamos que pasaba algo, pero después de asimilarlo, tomamos la decisión de hacer lo que fuera necesario para lograr un embarazo.
Desde ese momento ha pasado un año, por eso he estado distante y también por eso me irrito cuando alguien de la familia me dice que “estoy demorada”, “para cuándo” o “te está dejando el bus”. Sé que no es culpa de nadie, pero dentro de mi proceso es frustrante ver que aún no lo logro y que por más que lo deseo me da miedo pensar que no se haga realidad.
Creo que ahora puedes entender muchas cosas, el porque dejamos a un lado los viajes (necesitamos el dinero para el tratamiento), porque tengo algunos moraditos en mi estómago (aplicación de medicamentos), porque no hablo de hijos (me da inmensa tristeza) y porque he estado con cambios de ánimo que algunas veces hicieron que me aislara de reuniones familiares.
Sé que te lo oculté mucho tiempo, pero a partir de ahora quiero que me acompañes y me des tu fuerza de madre. Con mi psicóloga comprendí que es importante rodearse de quienes nos aman, y que quizás, ese es el apoyo que necesitamos para sobrellevar este camino, que, si te soy sincera, no ha sido nada fácil.
La próxima semana me realizarán una segunda transferencia de embriones y quiero que me acompañes para que juntas les demos la bendición y soñemos con ese “abuelita” que tanto anhela nuestro corazón ¿Me aceptas la invitación?
TU HIJA QUE TE AMA Y NECESITA
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