Cuando existen problemas complejos de fertilidad como por ejemplo endometriosis con obstrucción de las trompas de Falopio o disminución severa de la movilidad de los espermatozoides, se requieren técnicas más sofisticadas de reproducción asistida. Una de ellas es la Fertilización In Vitro.
La Fertilización In Vitro consiste en extraer los óvulos del ovario y llevarlos al laboratorio. Allí en condiciones controladas de temperatura y humedad se ponen en contacto con los espermatozoides de la pareja para que ocurra la fecundación. Luego se dejan en incubadora por 72 horas hasta que ocurren las primeras divisiones celulares. Ya convertido en un embrión de varias células se transfiere al útero para que continúe su crecimiento.
Con la Fertilización in Vitro se superan algunas de las barreras naturales a la fecundación como son: la distancia que deben recorrer los espermatozoides por todo el sistema reproductor de la mujer antes de poder llegar hasta el óvulo o la probabilidad que la trompa no logre atrapar el óvulo después de la ovulación. De hecho la Fertilización In Vitro controla muchas partes del proceso de fecundación y es muy eficiente en lograr la fecundación y obtener embriones. Sin embargo al poner el embrión de nuevo en el útero, ya este proceso no se controla y el embrión puede implantarse o no. Esto genera que la eficiencia de la Fertilización In Vitro caiga y la probabilidad de un embarazo sea de un 45% por intento en mujeres menores de 35 años.
La edad de la mujer es el factor más importante de pronóstico de éxito con la Fertilización In Vitro. Mientras que es 45% o más en mujeres de 35 años, es solo de 27% en mujeres de 40 años y de 9 % en mujeres de 42. ¿A qué se debe esto? Por el hecho fisiológico que una mujer produce óvulos nuevos hasta antes de nacer. Después del nacimiento no solo no se producen óvulos nuevos sino que además se empiezan a gastar aceleradamente (alrededor de 1.500 por mes). El resultado final es que a mayor edad hay menos óvulos.
Es frecuente que parejas y médicos subestimen el papel del hombre en los tratamientos de fertilidad y que toda la atención se centre en el estudio y tratamiento de la mujer. Esto es desafortunado porque en cerca del 40% de las veces, el factor masculino es el más relevante.
Los problemas masculinos más frecuentes: bajo número de espermatozoides o movilidad lenta deben ser evaluados por el andrólogo para intentar determinar la causa y tratar de obtener mejoría. Los problemas más severos como número extremadamente bajo ( menos de 1 millón) o la ausencia total de espermatozoides en el eyaculado ( azoospermia) y las grandes anormalidades en los espermatozoides rara vez obtienen mejoría y debe entonces recurrirse a las técnicas de reproducción asistida.
La Solución para el Problema Masculino Severo es la Inyección Intracitoplásmica de Espermatozoides, ICSI por sus siglas.
En forma natural se requiere que un gran número de espermatozoides llegue hasta el óvulo para romper la barrera que lo rodea (zona pelucida) y se logre la fecundación. El descubrimiento del ICSI en la década del 90 permitió que con un solo espermatozoides se logre obtener fecundación del óvulo. Esto se hace mediante el uso de un micromanipulador que atrapa un espermatozoide en una aguja microscópica y lo introduce directamente en óvulo durante un ciclo de Fertilización In Vitro.
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